Las
clases sociales tienen
color de piel
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La
discriminación
no es cuestión
cultural,
tampoco
congénita,
tiene que ver
directamente
con la
estructura
social de la
población.
Nuestros
países cuentan
con una
estructura
piramidal que
históricamente
ha mantenido
en su cúspide
una élite
blanca.
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El
acceso a la educación,
la calificación laboral
y el capital económico
son algunas de las
desigualdades
estrechamente
relacionadas con el
color de la piel. Lo
confirma el estudio
realizado por la
Universidad de
Princeton, Estados
Unidos y
codirigido en Colombia
por el sociólogo
Fernando Urrea de la
Universidad del Valle.
El estudio, conocido
como PERLA (Project on
Ethnicity and Race in
Latin America) indaga
sobre la desigualdad
racial, la
discriminación y los
problemas de
autoidentidad en las
sociedades
latinoamericanas.
Las revoluciones que han
llevado a grandes
cambios políticos y
sociales no han
transformado esos
imaginarios que se
reproducen a través de
la estructura
socioeconómica.
Quizás, el único momento
histórico en Colombia en
el cual se trató de
cambiar esta situación
fue con el movimiento
gaitanista. Un
movimiento social de los
oscuros que tuvo un
fuerte respaldo de la
intelectualidad negra,
del movimiento indígena
y en general de los
sectores populares. Pero
con el asesinato de
Gaitán, este proyecto de
integración que
comprendía un fuerte
componente racial, queda
borrado por las élites
del momento.
Durante
el siglo XX hubo varios
movimientos en pro de la
igualdad racial pero
ninguno tuvo mayores
repercusiones. Estos
cambios legislativos son
sumamente recientes para
una situación que viene
desde la época colonial.
En la Constitución
Colombiana de 1991
realmente se introduce
una legislación que
reivindica los derechos
de las comunidades
negras e indígenas.
En 1944, Alejandro
Lipschutz, antropólogo
chileno, denominó como
pigmentocráticas las
estructuras sociales de
América Latina. Es
evidente que ha habido
un mestizaje, pero la
relación entre clase y
raza continúa siendo muy
fuerte entre los países
de la región. A medida
que el color de la piel
se oscurece el capital
cultural, social,
patrimonial,
simbólico... se reduce.
La discriminación, de
una u otra forma, hace
parte del imaginario
social. Las diferencias
raciales que se
establecen operan, con
frecuencia, de forma
inconsciente. La vida
cotidiana está
atravesada por
imaginarios, por
concepciones que
conducen a determinados
comportamientos. ‘Si voy
por la calle y veo que
por el andén vienen unas
personas de piel oscura,
a mi me da miedo y me
cambio de acera’; esto
es lo que se conoce en
sociología como el
habitus, una serie de
comportamientos que se
construyen desde la
infancia y llevan a la
discriminación. Muchas
personas dicen no ser
racistas, pero en sus
comportamientos
inconscientemente
prueban lo contrario.
Es cierto, la mentalidad
ha ido cambiando. La
polémica que ocasionó la
fotografía publicada en
la Revista Hola, donde
aparecían posando cuatro
mujeres de la alta
sociedad caleña y en el
fondo se ve a dos
empleadas
afrocolombianas
sirviendo café,
demuestra que es un tema
que en el ámbito de la
opinión pública genera
debate. Un
par de décadas atrás
esta fotografía
seguramente no habría
causado tanto revuelo.
Antes era totalmente
natural que las mujeres
negras fueran empleadas
domesticas y los hombres
negros trabajadores de
la construcción.
Este tipo de reacciones
sociales evidencian, sin
duda, elementos de
cambio. Sin embargo,
esto no significa que la
discriminación este
desapareciendo y que el
racismo sea menor.
Según las cifras
arrojadas por la
encuesta PERLA, solo
alrededor del 20% de la
población afro se
autorreconoce como tal.
En 2005, en el censo
realizado por el DANE,
el autorreconocimiento
era del 10,6%.
Evidentemente los
niveles de identidad han
aumentado, incluso hay
gente que reconoce tener
ancestros africanos o
amerindios. Pero, así
mismo, es claro que
todavía queda mucho por
delante; en Brasil, el
nivel de
autorreconocimiento es
alrededor del 52%.
Este
fenómeno racial de
discriminación, comenta
el profesor Fernando
Urrea, hace unos quince
años era absolutamente
tabú en nuestro país. No
se hablaba de ello.
-Cuando comencé con los
estudios me decían ‘pero
si en Colombia no hay
racismo, esto no es
Estados Unidos ni
Sudáfrica, usted está
loco, está inventado
cosas’. Con los
resultados de la
encuesta PERLA en 2010
corroboramos lo que en
los años 90 habíamos
afirmado: Las clases
sociales en Colombia
tienen color de piel-.
Y no sólo se trata de
nuestro país, el
fenómeno abarca a toda
América Latina. Anterior
al proyecto PERLA que
fue aplicado también en
Brasil, México y Perú,
había sido realizada la
encuesta LAPOP (Latin
American Public Opinion
Project) aplicada en 18
países latinoamericanos.
Los resultados generales
demostraron que hay una
estrecha relación entre
las diferencias
socioeconómicas con la
tonalidad de la piel. Se
suponía que el tema
racial era un aspecto
olvidado del modelo
eugenésico de la
antropología física,
ahora se reconoce su
existencia como una
problemática social que
debe ser develada y
estudiada.
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Muchas
personas dicen
no ser
racistas, pero
en sus
comportamientos
inconscientemente
prueban lo
contrario.
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La encuesta PERLA,
aparte del material de
preguntas sobre
desigualdad y
discriminación racial,
introdujo un sistema de
identidad étnica con el
que, a través de una
paleta de colores con
una escala de los más
oscuros a los más claros
que separaba los rasgos
fenotípicos, se pudo
jugar con una
clasificación externa
por parte del
entrevistador y un
autorreconocimiento por
parte del entrevistado.
El bajo porcentaje
obtenido en este último
devela una negra, -la
gente por lo general
tiende a blanquearse
cuando se le aplican
estos estudios- señala
el profesor Urrea.
PERLA
fue una muestra nacional
conformada por 1.050
hogares, totalmente
aleatoria sobre los
colores de piel, y una
sobremuestra de 450
hogares que se hizo en
Cali y Cartagena y en la
zona del norte del Cauca
y sur del Valle, en
hogares con miembros
afrodescendientes. En
total 1.500 hogares, con
un nivel de
representatividad del 5%
de las regiones del país
de acuerdo al marco
muestral del censo de
2005. En Brasil y
Colombia el eje central
de la encuesta fue la
población negra,
mientras en México
y Perú se centró en la
población indígena.
Los resultados obtenidos
por los cuatro países
serán publicados
inicialmente en ingles;
un libro que está bajo
la dirección del
profesor Edward Telles,
docente del Departamento
de Sociología de la
Universidad de Princeton
y director del proyecto
PERLA. En mayo se
presentará en la
Asociación de Estudios
Latinoamericanos -LASA
2012- (Latin American
Estudies Association),
en San Francisco,
California, los
resultados finales de
los cuatro países ante
un panel de expertos
internacionales. En la
reunión estarán
presentes los profesores
Mara Viveros, Carlos
Viafara y Fernando Urrea
de la Universidad del
Valle.