Edición 121- Mayo 15 de 2012

Las clases sociales tienen color de piel

 


La discriminación no es cuestión cultural, tampoco congénita, tiene que ver directamente con la estructura social de la población. Nuestros países cuentan con una estructura piramidal que históricamente ha mantenido en su cúspide una élite blanca.

El acceso a la educación, la calificación laboral y el capital económico son algunas de las desigualdades estrechamente relacionadas con el color de la piel. Lo confirma el estudio realizado por la Universidad de Princeton, Estados Unidos y
codirigido en Colombia por el sociólogo Fernando Urrea de la Universidad del Valle.

El estudio, conocido como PERLA (Project on Ethnicity and Race in Latin America) indaga sobre la desigualdad racial, la discriminación y los problemas de autoidentidad en las sociedades latinoamericanas.

Las revoluciones que han llevado a grandes cambios políticos y sociales no han transformado esos imaginarios que se reproducen a través de la estructura socioeconómica.

Quizás, el único momento histórico en Colombia en el cual se trató de cambiar esta situación fue con el movimiento gaitanista. Un movimiento social de los oscuros que tuvo un fuerte respaldo de la intelectualidad negra, del movimiento indígena y en general de los sectores populares. Pero con el asesinato de Gaitán, este proyecto de integración que comprendía un fuerte componente racial, queda borrado por las élites del momento.

Durante el siglo XX hubo varios movimientos en pro de la igualdad racial pero ninguno tuvo mayores repercusiones. Estos cambios legislativos son sumamente recientes para una situación que viene desde la época colonial.

En la Constitución Colombiana de 1991 realmente se introduce una legislación que reivindica los derechos de las comunidades negras e indígenas.

En 1944, Alejandro Lipschutz, antropólogo chileno, denominó como pigmentocráticas las estructuras sociales de América Latina. Es evidente que ha habido un mestizaje, pero la relación entre clase y raza continúa siendo muy fuerte entre los países de la región. A medida que el color de la piel se oscurece el capital cultural, social, patrimonial, simbólico... se reduce.

La discriminación, de una u otra forma, hace parte del imaginario social. Las diferencias raciales que se establecen operan, con frecuencia, de forma inconsciente. La vida cotidiana está atravesada por imaginarios, por concepciones que conducen a determinados comportamientos. ‘Si voy por la calle y veo que por el andén vienen unas personas de piel oscura, a mi me da miedo y me cambio de acera’; esto es lo que se conoce en sociología como el habitus, una serie de comportamientos que se construyen desde la infancia y llevan a la discriminación. Muchas personas dicen no ser racistas, pero en sus comportamientos inconscientemente prueban lo contrario.

Es cierto, la mentalidad ha ido cambiando. La polémica que ocasionó la fotografía publicada en la Revista Hola, donde aparecían posando cuatro mujeres de la alta sociedad caleña y en el fondo se ve a dos empleadas afrocolombianas sirviendo café, demuestra que es un tema que en el ámbito de la opinión pública genera debate. Un
par de décadas atrás esta fotografía seguramente no habría causado tanto revuelo. Antes era totalmente natural que las mujeres negras fueran empleadas domesticas y los hombres negros trabajadores de la construcción.

Este tipo de reacciones sociales evidencian, sin duda, elementos de cambio. Sin embargo, esto no significa que la discriminación este desapareciendo y que el racismo sea menor.

Según las cifras arrojadas por la encuesta PERLA, solo alrededor del 20% de la población afro se autorreconoce como tal. En 2005, en el censo realizado por el DANE, el autorreconocimiento era del 10,6%. Evidentemente los niveles de identidad han aumentado, incluso hay gente que reconoce tener ancestros africanos o amerindios. Pero, así mismo, es claro que todavía queda mucho por delante; en Brasil, el nivel de autorreconocimiento es alrededor del 52%.

Este fenómeno racial de discriminación, comenta el profesor Fernando Urrea, hace unos quince años era absolutamente tabú en nuestro país. No se hablaba de ello. -Cuando comencé con los estudios me decían ‘pero si en Colombia no hay racismo, esto no es Estados Unidos ni Sudáfrica, usted está loco, está inventado cosas’. Con los resultados de la encuesta PERLA en 2010 corroboramos lo que en los años 90 habíamos afirmado: Las clases sociales en Colombia tienen color de piel-.

Y no sólo se trata de nuestro país, el fenómeno abarca a toda América Latina. Anterior al proyecto PERLA que fue aplicado también en Brasil, México y Perú, había sido realizada la encuesta LAPOP (Latin American Public Opinion Project) aplicada en 18 países latinoamericanos. Los resultados generales demostraron que hay una estrecha relación entre las diferencias socioeconómicas con la tonalidad de la piel. Se suponía que el tema racial era un aspecto olvidado del modelo eugenésico de la antropología física, ahora se reconoce su existencia como una problemática social que debe ser develada y estudiada.

 

Muchas personas dicen no ser racistas, pero en sus comportamientos inconscientemente prueban lo contrario.

 

La encuesta PERLA, aparte del material de preguntas sobre desigualdad y discriminación racial, introdujo un sistema de identidad étnica con el que, a través de una paleta de colores con una escala de los más oscuros a los más claros que separaba los rasgos fenotípicos, se pudo jugar con una clasificación externa por parte del entrevistador y un autorreconocimiento por parte del entrevistado. El bajo porcentaje obtenido en este último devela una negra, -la gente por lo general tiende a blanquearse cuando se le aplican estos estudios- señala el profesor Urrea.

PERLA fue una muestra nacional conformada por 1.050 hogares, totalmente aleatoria sobre los colores de piel, y una sobremuestra de 450 hogares que se hizo en Cali y Cartagena y en la zona del norte del Cauca y sur del Valle, en hogares con miembros afrodescendientes. En total 1.500 hogares, con un nivel de representatividad del 5% de las regiones del país de acuerdo al marco muestral del censo de 2005. En Brasil y Colombia el eje central de la encuesta fue la población negra, mientras en México
y Perú se centró en la población indígena.

Los resultados obtenidos por los cuatro países serán publicados inicialmente en ingles; un libro que está bajo la dirección del profesor Edward Telles, docente del Departamento de Sociología de la Universidad de Princeton y director del proyecto PERLA. En mayo se presentará en la Asociación de Estudios Latinoamericanos -LASA 2012- (Latin American Estudies Association), en San Francisco, California, los resultados finales de los cuatro países ante un panel de expertos internacionales. En la reunión estarán presentes los profesores Mara Viveros, Carlos Viafara y Fernando Urrea de la Universidad del Valle.

 
Mayor información

Oficina de Comunicaciones.
campus@correounivalle.edu.co
Edificio 301, espacio 4046.
Ciudad Universitaria- Meléndez
Teléfonos 3392401-3212220-3212220. Fax 3300715.
©1994-2012 Universidad del Valle. Cali,Colombia


 
 
En esta edición
   
La única Osteoteca Prehispánica del sur del continente
   
Nace Observatorio Ambiental
   
Macroproyectos,una apuesta para la investigación
   
Las clases sociales tienen color de piel
   
Europa en la Universiad del Valle
   
Premio Nobel de Química, de visita en Cali
   
Presente en la VI Cumbre de las Américas
   
Tecnología de punta en la U
   
Se renueva representación profesoral
   
Universidad del Valle en vicepresidencia de ASCUN
   
Sala de Lectura
   

 
Ediciones
2011
2010
2009
2008
Versión antigua

Buscar





 
Infórmese sobre
Aupec
Calendario de Eventos
Sintesis
Of. de Comunicaciones
   
Otras noticias
Noti Red